Anexo 1
La escuela
A horas exactas
nos levantan, nos peinan, nos mandan a la escuela.
Vienen los muchachos de todas partes,
gritan y se atropellan en el patio
y luego suena una campana
y desfilamos callados, hacia los salones.
Cada dos tienen un lugar
y con lápices de todos tamaños
escribimos lo que nos dicta el profesor
o pasamos al pizarrón.
El profesor no me quiere;
ve con malos ojos mi ropa fina
y que tengo todos los libros.
No sabe que se los daría a todos los muchachos
por jugar como ellos, sin este
pudor extraño que me hace sentir tan inferior
cuando a la hora del recreo les huyo,
cuando corro, al salir de la escuela,
hacia mi casa, hacia mi madre.
Novo, Salvador. “La escuela” en Juan Ignacio Pozo M. Aprendices y maestros. España: Alianza Editores, 1998.
Instrucciones para subir una escalera
(Julio Cortázar, fragmento)
[...]Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño de dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.)
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Cortázar, Julio “Instrucciones para subir una escalera”, en Juan Ignacio Pozo M. Aprendices y Maestros. Alianza Editores. 1998.