Anexo
¿Para qué voy a leer? Los objetivos de la lectura
Los objetivos que pueden plantearse los lectores frente a un texto pueden ser muy variados, y aunque procediéramos a enumerarlos nunca podríamos pretender que nuestra lista fuera exhaustiva; habrá tantos objetivos como lectores en diferentes situaciones y momentos. Voy por tanto a hablar de algunos objetivos genéricos cuya presencia es importante en la vida adulta y que pueden ser trabajados en la escuela.
Leer para obtener una información precisa
Es la lectura que realizamos cuando nuestro propósito consiste en localizar algún dato que nos interesa. Este tipo de lectura se caracteriza por el hecho de que en la búsqueda de unos datos, se produce de manera simultánea el dejar de lado otros. Algunos ejemplos característicos de la lectura con este propósito son: la búsqueda de un número de teléfono en una guía; la consulta del periódico para encontrar en qué cine y a qué hora se proyecta una película que queremos ir a ver; la consulta de un diccionario o de una enciclopedia; etc.
Leer para seguir las instrucciones
En este tipo de tarea, la lectura es un medio que debe permitirnos hacer algo concreto. Se utiliza para leer las instrucciones que regulan un juego de mesa, las reglas de uso de un aparato, la receta de un pastel, las consignas para participar en un taller de experiencias, etc.
Cuando se lee con el objetivo de "saber como hacer" es imprescindible que se comprenda el texto; en caso de que lo que se pretenda hacer sea colectivo, habrá que asegurar que dicha comprensión es compartida.
Leer para obtener una información de carácter general
Es la lectura que tiene lugar cuando queremos "saber de qué se trata un texto", "saber qué pasa" y ver si es interesante seguir leyéndolo. Cuando leemos para obtener una información general no estamos presionados por una búsqueda concreta, ni necesitamos saber al detalle lo que dice el texto; basta con una impresión, con las ideas más generales. Podría decirse que es una lectura guiada por las necesidades que tenga el lector de profundizar más o menos en ella.
Leer para aprender
La lectura que realizamos con el objetivo de aprender establece, de manera explícita, ampliar los conocimientos de los cuales disponemos a partir de la lectura de un texto determinado. Puede ser que ese texto sea señalado por otros, como es habitual en la escuela, o puede ser una decisión personal. Aunque leer para aprender es una finalidad en sí misma, su consecución puede verse muy favorecida si el alumno tiene objetivos muy concretos de aprendizaje. Es decir, que no sólo sepa que lee para aprender, sino que tenga claro qué se espera que aprenda concretamente. Las guías de lectura y las discusiones previas pueden ser de gran ayuda en este sentido.
Leer para revisar un escrito propio
Esta lectura adopta un papel de control y de regulación que exige ponerse simultáneamente en el lugar del autor y del futuro lector. En el contexto escolar la autorrevisión de las composiciones escritas es un ingrediente imprescindible en la enseñanza de la lectura y la escritura.
Leer por placer
En este caso la lectura es una cuestión personal, que no puede estar sujeta más que a ella misma. En este caso el lector podrá releer tantas veces como sea necesario un párrafo o incluso un libro entero. Lo que importa, cuando se trata de este objetivo, es la experiencia emocional que desencadena la lectura. Será fundamental que el lector pueda ir elaborando criterios propios para seleccionar los textos que lee, así como para valorarlos y criticarlos.
En general se asocia la lectura por placer con leer literatura. Por ello será útil distinguir entre "literatura sólo para leer" y "leer literatura"; con lo cual cobra sentido, por ejemplo, que todos los alumnos lean solamente un fragmento del texto para realizar determinadas tareas; si esto se enfoca adecuadamente no sólo no interferirá con el propósito de "leer por placer", sino que ayudará a la elaboración de criterios personales que permitan profundizar en él.
Leer para comunicar un texto a un auditorio
Este tipo de lectura es propia de colectivos y actividades restringidas (leer un discurso, una conferencia, una poesía en una audición). La finalidad es que las personas a quienes se dirige la lectura puedan comprender el mensaje que se emite, por lo que el lector suele utilizar una serie de recursos (entonación, pausas, ejemplos no leídos, énfasis en determinados aspectos, etc.) que envuelven la lectura y que están destinados a hacerla amena y comprensible.
Leer para practicar la lectura en voz alta
En la escuela este objetivo está presente con gran frecuencia en las actividades de enseñanza de lectura. Lo que se pretende es que las alumnas y los alumnos lean con claridad, rapidez, fluidez y corrección, pronunciando adecuadamente, respetando las normas de puntuación y con la entonación requerida. Sin embargo, a estos requerimientos es necesario añadir el de comprensión, por lo que tras una actividad de lectura colectiva en voz alta es importante plantear preguntas sobre el contenido del texto para evaluar el nivel de comprensión.
SOLÉ, Isabel, Estrategias de lectura, Barcelona, Graó, 1992. pp. 80-86.