SOMOS lo que pensamos.
Todo lo que somos surge con nuestros
pensamientos.
Con nuestros pensamientos construimos el mundo.
Habla o actúa con mente impura
y los problemas te seguirán
como sigue la carreta al buey ensimismado.
Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos surge con nuestros
pensamientos.
Con nuestros pensamientos construimos el mundo.
Habla o actúa con una mente pura
y la felicidad te seguirá
como tu misma sombra, inseparable.
"¡Abusó de mí, me golpeó!"
"¡Me maltrataron y me robaron!"
Vive con estos pensamientos y vivirás con odio.
"¡Pero abusó de mi, me golpeó!"
"¡Miren cómo me maltrataron y me robaron!"
Abandona estos pensamientos y vivirás en paz.
En este mundo, hasta la fecha
el odio nunca ha disipado el odio.
Sólo el amor disipa el odio: ésta es la ley.
El mundo no sabe que vamos a morir.
Tú también morirás... si te das cuenta
¿cómo puedes seguir peleando?
El viento arranca fácilmente al árbol frágil:
busca la felicidad en los sentidos,
sé indulgente en la comida y el descanso,
y tú también serás desenraizado.
¡Mas el viento no puede arrancar una montaña!
La tentación no toca al hombre que está despierto,
que se domina a sí mismo, sin ansia de placer,
que es fuerte y humilde, y recuerda la ley.
Si los pensamientos de un hombre son oscuros,
si está insatisfecho y lleno de deseos,
¿cómo va a vestir la túnica amarilla?
Aquel que es un maestro de su propia naturaleza,
que es brillante, virtuoso y verdadero,
puede vestir la túnica amarilla.
Confundiendo lo falso con lo verdadero
y lo verdadero con lo falso,
dejas de atender a tu naturaleza
y te llenas de vanos deseos.
Ve lo falso como falso
y lo verdadero como verdadero.
Presta atención a lo que importa:
sigue la inclinación de tu naturaleza.
Una mente irreflexiva es un pobre techo:
la pasión, como la lluvia, inunda la casa.
Mas si el techo es fuerte, hay refugio:
no irrumpe la pasión en una mente ordenada.
Aquel que sigue los pensamientos impuros
sufre en este mundo y en el siguiente.
En ambos mundos sufre, ¡y cómo!
al ver todo el mal que ha hecho.
Pues grande es la cosecha en este mundo
y más grande es aún en el siguiente.
Mas aquel que sigue la ley
es feliz aquí, y es feliz allá.
En ambos mundos se regocija, ¡y cómo!
al ver todo el bien que ha hecho.
Pues grande es la cosecha en este mundo
y más grande es aún en el siguiente.
No importa cuántas palabras sagradas digas,
¿qué bien te pueden hacer
si no pones en práctica lo que dices?
¿O serás como el pastor
que cuenta las ovejas del otro
sin compartir su camino?
Puedes leer tan poco como quieras,
y puedes hablar menos aún,
pero actúa conforme a la ley.
Abandona tus viejas rutinas:
el odio, la pasión, la insensatez.
Vive la verdad en paz: comparte el camino.
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