ES BUENO controlar los sentidos.
Controla lo que ves y lo que escuchas,
lo que hueles y lo que gustas.
Controla tu cuerpo, tus palabras,
y tus acciones, y serás libre.
Un sereno y verdadero buscador
controla sus manos y sus pies,
se deleita con su maestría
y está contento consigo mismo.
Qué dulces son las palabras
del buscador que no se exalta,
que controla su lengua
y habla con sabiduría.
Sigue el camino de la verdad,
medita en él, reflexiona.
Deléitate en él, ¡vívelo!
El verdadero camino te sostiene.
Recibe humildemente lo que viene hacia ti.
No envidies lo que se concede a los otros
porque vas a perder la concentración.
Da gracias siempre por lo que tienes,
sea mucho o poco, con pureza;
¡Acepta lo que viene hacia ti!
Un verdadero buscador no se identifica
ni con el nombre ni con la forma.
No se lamenta por lo que no tiene
ni por lo que pudo haber sido.
El que tiene fe en el camino
vive tranquilo y alegremente,
encuentra el lugar sagrado: el centro.
¡Aligera tu bote, buscador!
Entre más vacío, más rápido el viaje.
Abandona tus odios y tus pasiones,
que con menos carga se navega mejor.
Corta las cinco ataduras:
el egoísmo, la duda, la pasión,
la falsa espiritualidad y el odio.
Aquel que ha roto las cinco cadenas
es llamado: "El que cruzó el torrente".
No hay tiempo que perder,
medita y olvida los placeres sensoriales,
o serás como aquel que traga fuego
por su propia voluntad
y grita luego: "¡Cómo sufro!"
¿Cómo se puede meditar sin sabiduría?
¿Cómo se puede ser sabio sin meditación?
Con meditación y conocimiento
un hombre se puede liberar.
El buscador que ha serenado su mente
y entra en la casa vacía del corazón,
siente un goce más que humano
al contemplar la claridad del camino.
Comprende la muerte y el nacimiento corporal:
¡alégrate con las delicias del conocimiento!
Este es el comienzo de una vida:
control de los sentidos y paciencia.
Ten nobles amigos en este camino,
cuya vida sea pura y productiva.
Que tu vida esté plena de amor,
que cumplas tu trabajo puntualmente
para que la felicidad venza al sufrimiento.
Despréndete de la pasión y del rencor
como el jazmín se desprende
de sus flores marchitas, buscador.
Pues el buscador que está quieto
ha sosegado su cuerpo y su mente:
guarda silencio y no palabras.
Con su concentración ha rechazado
las seducciones del mundo.
Asciende por ti mismo,
perfecciónate por ti mismo:
vigila con constancia
y vivirás con felicidad.
Eres tu propio maestro,
eres tu propio refugio:
así como se doma un potro fino,
domínate a ti mismo, buscador.
Lleno de paz y de alegría el buscador
se acerca al corazón de la quietud,
siguiendo el camino de la verdad,
pues ha parado el flujo del mundo.
Por más joven que seas, buscador,
siguiendo las enseñanzas del Buda
brillarás sobre este mundo
como la luna sobre las nubes
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