¡QUÉ larga es la noche del centinela!
¡Qué largo el camino del viajero cansado!
¡Qué larga la circulación de las vidas
para el necio que pierde este camino!
Si el viajero no puede encontrar
maestro o amigo que lo acompañe,
mejor es que viaje solo
y no en la compañía de un necio.
"¡Ésta es mi familia, mi fortuna!"
Así se complica la vida el necio.
¿Cómo va a ser dueño de familia y fortuna
si no es siquiera dueño de sí mismo?
El tonto que sabe que es un tonto
no tiene mucho de tonto;
mas el tonto que se cree un sabio
realmente está perdido.
¿Acaso la cuchara prueba la sopa?
Un necio puede vivir toda la vida
en la compañía de un maestro
sin comprobar jamás el camino.
Pero si has despertado ante tu maestro
en un instante captarás este camino
como la lengua capta el sabor de la sopa.
El necio es el peor enemigo de sí mismo:
sus malas obras le producen amargos frutos.
¿Qué caso tiene hacer cosas
de las que has de arrepentirte luego?
No es necesario vivir con tantas lágrimas.
Haz sólo aquello que te haga bien,
que te dé felicidad y no remordimientos.
¡Cólmate de alegres recompensas!
Por un momento los errores del necio
parecen buenos y dulces como la miel,
pero al final rinden frutos amargos.
Ya puede el necio por meses ayunar,
comiendo con la punta de una hojita:
de poco le vale junto al maestro
cuyo alimento es el camino.
Porque las malas acciones,
como la leche recién ordeñada,
no se echan a perder en un momento.
Su malicia permanece latente
como el fuego en las cenizas.
Todo lo que el tonto aprende
lo vuelve menos y menos brillante.
El conocimiento le parte la cabeza.
Mas de inmediato quiere reconocimiento
quiere tener un lugar de privilegio,
quiere premios y sitios de honor.
"Que todo el mundo sepa quién soy,
que me busquen para dar un buen consejo".
Éstos son sus vanos deseos...
éste su estúpido orgullo.
Un camino lleva a la riqueza y la fama,
el otro camino a la realización.
Ten esto en cuenta y busca el desapego,
no los aplausos de los demás.
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