La regulación de la acciónLAS ILUSIONES DEL TRANSCURSO DEL TIEMPO |
Hemos establecido que los sentimientos están formados por acciones de regulación consistentes, ya sea en la aceleración o ya en el retardo; y que el resultado correspondiente es placentero o penoso. Son el fondo de nuestra conducta y la orientan. A veces hay la anticipación del futuro, lo que depende ya sea del deseo o ya del temor que acompañan al acto. En efecto, cuando tenemos un anhelo para la realización de algo, en un término señalado, nos parece muy lejano; así como cuando hay el miedo de la verificación de un hecho, las horas y los días como que pasan rápidamente. En el primer caso, hay la impresión de que tiene uno delante de sí la eternidad y que nunca llegará el suceso. En el segundo caso, los momentos desfilan en tropel, como se suceden rápidamente en el reo encapillado y según la descripción de Hugo en "El último día de su condenado a muerte".18 LA CALMAHay un estado mental muy especial que debemos considerar. Éste
es la calma, que no es la ausencia de sentimientos como a primera
vista parece, porque esto corresponde al vacío patológico.
La calma es un equilibrio de sentimientos, combinándose armónicamente
unas acciones con las otras; así como pasa en una maquinaria
en que las diferentes fuerzas se contrapesan. En la calma, el espíritu
se halla tranquilo, entre mil causas que se combaten. Hay dos fenómenos completamente diversos, pero con los que, sin embargo, a cada paso nos tropezamos en el trato diario que tenemos con la gente. Unas tienen la particularidad de acelerar todo lo que se refiere a ellas, contrastando con las que viven en un estado de frenación o inhibición perpetuas. En los dos aspectos, la conducta ofrece detalles muy particulares. LA PRECIPITACIÓNPresentemos tipos de individuos que estratifican la exageración del esfuerzo y que se encuentran en estado de presión perpetua. Ellos mismos confiesan que no se pueden detener y que su condición de ser es la precipitación. Estos personajes no pueden estar tranquilos y os hablan de todo: de filosofía, de botánica, de política, de educación, etc. Parece como si tuvieran muchas válvulas de escape por las que saliera todo lo que está acumulado en ellos. Comen violentamente, trabajan del mismo modo, se pasean o están de pie pues no reposan jamás en su asiento; y si lo hacen, sólo es brevemente, en los bordes del mismo. Moralmente se vigilan, pues tienen miedo de su conducta y de proferir una palabra indiscreta. Por eso nunca están satisfechos. Todos los días persiguen cualquier cosa, aunque sea inaccesible o constituya una quimera. Se trata, en resumen, de individuos llenos de impulsos cuyo desarrollo no pueden impedir. LA INHIBICIÓNAhora tratemos el polo opuesto. Está formado de personas morosas e inactivas, comúnmente solitarias, como en las descripciones que de ellas ha hecho Zimmerman y las que se encuentran en la obra de Tardieu, refutada por lo exagerada. Uno de sus discípulos, León Dupuy, ha escrito un magnífico estudio en que comenta ese fastidio patológico de que habla Tardieu. Entre los casos particulares señalados hay la referencia de un pobre empleado del Ministerio, preocupado en su mismo trabajo (éste muy exiguo), y que sufra tanto por su timidez como por la que tenía la familia a la cual pertenecía. La timidez es un sentimiento que altera hondamente la conducta social. EL ABURRIMIENTOEl aburrimiento, dice Tardieu, se traduce por una insuficiencia y
por una depresión de la vida. Hay que distinguir, sin embargo,
tal estado, del que se presenta en verdaderos enfermos atacados de
melancolía: entonces es otra cosa. Citemos a este particular
a una pobre mujer siempre acostada y que tristemente decía:
"contemplad la ventana, sólo veo a través de ella
las hojas de ese árbol que está detrás, es lo
único que me entretiene". Los enfermos aburridos hacen cualquier cosa, pero no son propiamente deprimidos. En los sujetos normales es preciso que la acción se termine por la satisfacción, cuando hay una perspectiva feliz, no así cuando es dolorosa. El individuo víctima del fastidio o del aburrimiento no termina nunca ninguna acción, sino que va, alternativa o sucesivamente, de una a otra y a otra más. El personaje de Fortunio, de Musset, es demasiado significativo. Dice: "Si pudiera amar a una americana, a una griseta o a algún mineral. ¡Qué bueno!, pero nada de esto puedo hacer".19 LA INQUIETUDLa inquietud aparece entonces. Decir inquietud es decir falta de
tranquilidad, que hay que distinguir a su vez del miedo. El inquieto
no sabe qué hacer, y por eso desea protección. El colmo
llega cuando uno de estos inquietos, convencido de que hay que defenderse
contra las enfermedades, al sentirse mal, o suponerse así,
interroga a su médico: "¿De qué estoy enfermo?
¿De la cabeza o del pie? Aclarádmelo, pues yo no lo
sé". La inquietud es la tentación de la defensa en la acción que busca la protección. SUS OBSESIONESCon este motivo, los inquietos tienen crisis y obsesiones muy interesantes
que dependen de su temperamento, y a las que vamos a pasar revista.
En esas crisis sufren los enfermos, y se parecen a los que son portadores
del fastidio. Las obsesiones pueden ser las más heterogéneas, como
religiosas: de sacrilegios, comuniones, etc.; y las constituidas,
verbi gratia, por los que no llevan pañuelo en la bolsa
y están sin sonarse. Las hay de sí mismos, como los
que constantemente se llaman imbéciles y están atormentados
por esto. Otros desean tener la cara rubicunda, dudan de ello, y para
lograr su propósito van a la calle a estar largo tiempo bajo
el sol, sucediendo que al final del hecho aseveren: "Mi cara
no ha llegado a estar colorada. Esto me da vergüenza". Las obsesiones del cuerpo son muy variadas. Entre ellas recordaremos
la de alguien que afirmaba: "Mi escritura es irregular, pero
para escribir bien tomo mis precauciones y por eso me amarro la pluma
a la mano" La enfermedad de los escritores constituida por calambres
es otra cosa. Aun cuando en el caso anteriormente relatado hay preocupación,
sin embargo tiene afinidad con la dolencia referida, que es muy común
que sea de origen moral. A este respecto hagamos memoria de un ejemplo muy singular. Se trataba de una joven empleada de un taller: cosía y escribía bien, y por esto la dueña acordó ascenderla. La muchacha, tan luego como tuvo el ascenso; se volvió escrupulosa y se entregó a escribir todas sus entradas y salidas en su "carnet" especial. La contabilidad de este "carnet" llegó a ponerla perpleja, y la consecuencia fue una dificultad para escribir. Aquí se ve palpable que la inquietud trajo como consecuencia la obsesión. Por eso alguien ha dado la regla: "Si no hacéis las cosas tan mal, no queráis hacerlas mejor, pues lo mejor es enemigo de lo bueno". En el fondo, y escudriñando bien, se encontrará una manía de perfección, en que se califica mal al que ejecuta una acción, porque no la considera bien elaborada. Hay inquietud y obsesión en esta tendencia al perfeccionamiento. EL ESTADO DE ARDORLa inquietud se encuentra también en la irascibilidad y en
las diferentes reacciones de la cólera, que se caracterizan
por producirse de un modo inmediato y bajo la forma de ataque. En
la descripción de las personas agitadas que tienen tales trastornos,
hay un fondo que podríamos llamar el estado de ardor.
Todo el tiempo están ardorosos o ardientes, todo les entusiasma:
lo mismo la literatura que un paseo o un viaje. Constantemente están
buscando ocupaciones en oficios disímbolos. Basta todo lo referido
para comprender cómo se pasa del estado fisiológico
al patológico. En el normal, hay la regularidad de las acciones,
mientras que en el morboso se presenta la desviación del tipo
ordinario, por falta o trastorno en la dirección.20
Un notable escritor inglés, Myers, establece que los neurópatas
son individuos degenerados.21 Por otra
parte, en los genios casi siempre es posible apreciar un estado continuo
de inquietud. 22 El resultado del estudio es poder formar dos grupos, cada uno con sus caracteres comunes: el primero, en que caben todos los individuos felices, que pueden descansar y dormir apaciblemente en sus almohadas; el segundo es el de los que están agitados y descontentos. El descontento originado por la convicción de las acciones mal hechas. LA PREOCUPACIÓN EN LA EPILEPSIALas obsesiones aparecen también en la epilepsia,
ya sea en los que tienen ataques frecuentes o en los que los sufren
de tiempo en tiempo.23
Otras veces el gran mal es incompleto y sólo aparece el
vértigo o una simple ausencia. En tal cuadro hay la obsesión
de que vendrá el accidente o de que ya ha pasado. Hay presagios
que anuncian una catástrofe. El vértigo epiléptico
no obedece a otra cosa, en el fondo, que a la disminución de
la fuerza psicológica. Precisando los elementos que hay en el descontento de la descripción variada que hemos hecho, encontraremos que la contrariedad de muchos que se consideran como bestias, no solamente es por el calificativo, sino porque también quieren borrar su descontento haciendo cosas y perfeccionándose. El individuo que tiene obsesiones se interroga a sí mismo y su preocupación consiste en salir de lo que considera su incapacidad, mediante esfuerzos perpetuos que lo mejoren. Estos esfuerzos, en relación con la personalidad, se traducen por múltiples aspectos de la conducta. LA ORGANIZACIÓN DE UN GRAN ALMACÉN
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