La inacción


LA MOROSIDAD

La tristeza es una emoción que siempre trae aparejada la idea de pesar. Ha sido perfectamente estudiada, siendo de un modo principal los primeros observadores de ella, eclesiásticos y monjes, entre los que podríamos citar a san Francisco de Asís. Ha quedado clásica la regla dada por san Francisco para llegar a la alegría. El santo decía: "no hay que confesarse de la tristeza, porque eso es malo, produce una depresión del espíritu que a su vez llega a la morosidad" (morositas). La inacción morosa ha sido muy común en los individuos mártires, tristes en su resignación, pero que son la condición inversa de los individuos agitados que, en su estado de inquietud, constantemente se encuentran andando, y si se sientan sólo lo efectúan en el borde de las sillas. Así como hay personas tristes por naturaleza, existen enfermos de mal humor por temperamento; y del mismo modo hay razas y pueblos que poseen, unos, la tendencia a la indolencia como otros a la acción.27


HISTORIA DE MAX

Ha sido descrita una enfermedad periódica que se alternan los sentimientos señalados. En un tiempo, los sujetos portadores de la dolencia son activos, alegres y pasionales. Después, en otra fase, se tornan tristes y morosos por muchos meses, para más tarde volver a la situación primera de agitación. 28 En este cuadro encaja muy bien el enfermo Max, de 45 años de edad, que al comenzar la guerra estuvo caracterizado por su gran valor, por su agitación y por la obsesión de todo lo que se refería a movimiento. Pero después, en 1917, entró de lleno en la melancolía, poseyendo ideas sobre el mundo y las cosas, diferentes de las que les corresponden, y aceptando quizá la referencia aquella de Renán, de que "el hombre debe quedarse en una estrella, en Sirio". Los enfermos de que se habla, no se preocupan de nada. La filosofía indica una alteración de su espíritu, por oposición a los hombres prácticos, que se ocupan ante todo de tener seguros el desayuno y la comida. ¿Los filósofos están atacados de aquella alteración en cuyo fondo hay el sentimiento de vacío? Es común que en la morosidad haya la supresión de la alegría, del deseo, de la felicidad, del goce y hasta de la pena misma, es decir, no hay sentimientos.29


CONTRASTE ENTRE LA AGITACIÓN Y LA INACTIVIDAD

Vamos, como contraste, a señalar dos casos típicos: uno de agitación y otro de morosidad.

El primero corresponde a una enferma del estómago, a quien su médico le ordenó que reglamentara su alimentación. La enferma, por la mañana, acostumbraba tomar café con leche, y en virtud de un impulso irresistible se formó en ella lo que se atrevería uno a llamar la dipsomanía del café con leche. La paciente, arrastrada por su obsesión, iba a las cremerías para tomar tazas que no le satisfacían, concurriendo después a otros establecimientos, adonde trataba de proveerse de alimentos, pues no a todas horas del día estaban abiertos aquéllos. Entraba a las panaderías y a las pastelerías, llevando paraguas verdes, que llenaba de bizcochos y café que eran robados en las tiendas. ¡Qué diferencia entre esta enferma agitada y los que poseen la morosidad! Aquélla tenía su cara constantemente llena de gesticulaciones, mientras en éstos la hay sin expresión, como si los cubriera una máscara especial. Los últimos manifiestan que suprimen las acciones inútiles. Consideran como tales las visitas, las conversaciones, etc., y de aquí su retraimiento.

Hemos ofrecido el contraste con el estado de sacudimiento perpetuo de la vida y vamos a cumplir tal promesa. El caso corresponde a un hombre, dueño de una gran fortuna y, por lo tanto, de una magnífica habitación. El local amerita para su conservación una gran cantidad de criados, de jardineros, etc., y él ni siquiera sabe si hay una flor en su jardín. No quiere recibir a ningún amigo, ni a nadie que pudiera llegar. No desea tener ninguna relación y tiene miedo de recibir a cualquiera que lo intente. En él existe una manía30 muy curiosa que llamaremos del "precedente". Reflexiona que no ha de hacer acto que no haya efectuado de antemano. No consentirá ni cambiará nada que no haya ya formulado, porque tiene la manía de la regla. Ha escrito en su cuaderno 50 reglas de conducta y si la gente que se le propone no está catalogada en su libro de notas, la reprocha. Ha suprimido las acciones nuevas y originales, sencillamente porque no establecen precedentes, no lo son. Por esto no quiere conocer a nadie más.

Entre los filósofos, en Locke, hay descripción de niños que se encuentran en la inacción por temperamento, o mejor dicho, que no ejecutan actos nuevos porque no los han verificado antes. Son diversos de los niños activos, que siempre tienen iniciativa en todas las cosas.

Volviendo al caso de Max, referido anteriormente, dicho militar, en sus crisis de melancolía, tiene olvidos muy significativos. Por ejemplo: la motocicleta que por necesidad usaba anteriormente, la suprime, no se acuerda de ella. Empedernido fumador, su distracción llega al grado de no reconocer un cigarro; pero si durante su tristeza toma uno, eso es una buena señal pronóstica, porque las acciones van a desarrollarse y va a abandonar su morosidad.31

La vida reclama las acciones a cada momento, pero los morosos se escudan en que no hay que hacer hoy lo que puede hacerse mañana. Todavía más: estos personajes quieren que hagan otros las acciones en vez de ellos. Tienen la vocación autoritaria para que hagan los demás lo que ellos no hacen. Así como también son sectarios del milagro, porque éste los sacará de sus penas.

Los morosos, además de la manía autoritaria, tienen la del halago, para procurar conseguir lo que ellos no efectúan. La mejor acción nueva es aquella en que hay elección y decisión; por ejemplo, para, en un sitio, tomar a la izquierda o a la derecha. Los morosos piensan que otros deben tomar las resoluciones que ellos no toman, y que así como hay quienes dirigen en un camino, hay en la vida directores de conciencia, a quienes es muy cómodo hacer consultas. Estas consultas no son remuneradas, violando así la regla general de pagar un servicio por otro servicio. En la vida diaria los comerciantes y los banqueros son los mejores psicólogos, pues entienden perfectamente las acciones. Cuando se les va a pedir un artículo o presentarles una letra, de todos modos hay que pagar, y si no se cuenta con dinero para ello, entonces no darán nada. Sin embargo, comúnmente en las relaciones sociales hay un caso muy especial en que la naturaleza comercial del asunto es alterada, y es cuando se dan consejos sin tomar en cambio remuneración alguna. Es muy corriente en ciertos enfermos andar a caza de consultas, persiguiendo a las personas para que les presten atención, cuando los interesados no las tienen para los demás.


 EL ASCETISMO 32

Vamos a entrar ahora a un problema trascendente, conexo con el que hemos estudiado y acerca del cual hay una formidable discusión. Es el problema del ascetismo, supuesto refugio para los que quieren tener una gran salud. En la práctica y contra lo que sería de esperarse, hay muchos ascetas, a semejanza de la persona que no se ocupa de nada, no obstante ser muy rico. Es un asceta que tiene su vida estrecha, sin que quepa en ella gusto ni ningún placer, a diferencia de los que en su existencia prueban de todas las satisfacciones.

El ascetismo es una enfermedad mental que estriba esencialmente en la inacción y esto es lo que ha provocado objeciones. Algunos autores eclesiásticos expresan que los ascetas son los que sacrifican sus acciones por perseguir un ideal. Ahora bien, éstos no lo son, así como tampoco aquellos que suprimen placeres transitorios para sustituirlos por duraderos, o por otros de orden superior. El que teniendo que escoger entre ir a escuchar una conferencia de filosofía o ir a deleitarse en un café-concierto, opta por lo primero, no es un asceta. El asceta suprime el placer por el placer mismo, que le repugna, y no por otra cosa. Es un fenómeno de inacción y de depresión. Con este motivo, hay que referir el caso de un griego que, en medio de su salud tenía de repente estados depresivos y de nerviosidad que se resolvían críticamente. A veces entre la depresión de naturaleza melancólica y la vuelta a la salud se presentaban accesos de narcolepsia en que el enfermo estaba dormido de 17 a 21 días sin poderlo despertar.33 En la guerra, durante cinco años, ha presentado estos sueños profundos en que positivamente parecía no existir. Solamente después, al volver en sí, se entregaba a sus ocupaciones y a la vida real. Las crisis de irrealidad las sustituía por estados narcolépticos, de los que difícilmente se le sacaba.

Ahora bien, los hombres de voluntad son los que saben trabajar, pero al mismo tiempo saben dormir. Son los "Napoleón" que con gran fuerza de mando apenas cierran las cortinas de su pieza, duermen tranquilamente para despertar en la misma forma cuando quieren. Los morosos duermen mucho, en la mañana son perezosos y dilatan bastante en despertarse, encontrándose en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, en que hay un entorpecimiento grande de las funciones mentales. 34


SUS EXPLICACIONES

a) El debilitamiento

Las explicaciones que se han querido dar del ascetismo son dos, de las cuales la primera es falsa. Ésta indica que se trata de personas débiles, sin fuerzas, y que por lo tanto no son capaces de acciones. Esto está en oposición con muchos agotados pretuberculosos o precancerosos que no son morosos, sino que un gran número son alegres y hasta portadores de un estado de excitación cerebral especial. Físicamente tienen fuerzas.


b) Exageración de la influencia del simpático por inacción cerebral

La segunda explicación es cierta: el padecimiento resulta de una alteración del sistema simpático. A este particular, recordemos el caso de un hombre que, encontrándose acostado, inerte, y por lo tanto inactivo, al hacer el examen físico marcaba una respiración frecuente de más de 30 por minuto y con un pulso de 140 en el mismo tiempo. A este individuo, si se le dirigía la palabra, dándole por ejemplo los buenos días, o procurando que conversara, se riera, etc., entonces, cuando estaba excitado, el pulso descendía a 80. La conclusión es que la excitación cerebral había hecho desaparecer los síntomas simpáticos, o dicho de otro modo, que las alteraciones eran ocasionadas en virtud de la inacción cerebral.

En suma, se ha tratado de una conducta particular, sistematizada, ligada con la fatiga. La reacción es más aparente cuando se esta dispuesto por el hábito a detener la acción: entonces comienza la fatiga. El hábito de estar fatigado es un eretismo.

Cuando se trata de pacientes que tienen accesos periódicos, entonces cada acceso es más grave que los anteriores, porque se va adquiriendo un hábito. La fatiga depende también, en cierto modo, de la dificultad para la verificación de los actos.



27 Ver nota 12.

28 Evita Janet mencionar por su nombre a la psicosis maniaco-depresiva kraepeliniana.

29 En realidad existe una diferencia fenomenológica importante entre el aplanamiento y la anhedonia por un lado, y la hipertimia dolorosa del deprimido por el otro.

30 Manía es tomada en este texto en su acepción antigua: como sinónimo de locura. Este paciente es todo lo contrario de un maniaco de acuerdo con la nosografía contemporánea.

31 ¿La melancolía estuporosa?

32 El tema ha sido desarrollado ampliamente por Janet en el primer tomo de De l'angoisse à l'Extase. Hace referencia al ascetismo que es una forma particular de conducta que puede formar parte de un estado más general: el misticismo, del que la psiquiatría se ha ocupado en repetidas ocasiones.

33 Situación difícil de creer pero de indudable interés para la neuropsicofisiología de la función hípnica. Hubiera sido deseable que Janet hubiera relatado los contenidos oníricos de este helénico au bois dormant.

34 Ver: Ey, H. y cols.: Psychophysiologie du Sommeil et Psychiatrie, Masson, París, 1975. Una magnífica revisión sobre el tema.