SI HA de ser condici�n de mi dicha el olvido
de ti, quiero estar triste siempre (como he vivido).
Prefiero la existencia m�s �rida y doliente
al innoble consuelo de olvidar a mi ausente.
Por lo dem�s, �qu� tengo sin ti de cosa propia,
que me halague o sonr�a en esta clara inopia,
ni qu� luz en mis noches me quedar� si pierdo
tambi�n la lamparita cordial de tu recuerdo!
2
de octubre de 1912 |