ENTRE el dudoso cortejo
de sombras, peregrinando
voy una sombra buscando.
En el m�stico reflejo
de la noche constelada
quiero hallar una mirada.
Asir anhela mi o�do
una voz que se ha extingido
entre los ecos lejanos.
Al pasar por un jard�n
finge el roce de un jazm�n
la caricia de sus manos.
�Oh sombra, mirada, voz,
manos!; el v�rtice atroz
de la eternidad callada
os sorbi�. �Triste de m�,
que no tengo nada, nada;
que ya todo lo perd�!
18
de enero de 1914 |