IV ANIMALES MARINOS COMEDORES DE DETRITOS Y ANIMALES NECRÓFAGOS

SE ESTIMA actualmente que la productividad total de los océanos es alrededor de 50 mil millones de toneladas de materia orgánica por año, una cantidad grande y difícil de concebir. Esta materia está siendo aprovechada continuamente por los seres vivos, vegetales, animales y bacterias durante su metabolismo y, cuando ellos mueren, la materia orgánica inicia un proceso de desintegración formando los "detritos orgánicos", que descienden constantemente desde la superficie hacia el fondo del mar, depositándose lentamente y uniéndose a otros que pueden proceder de organismos que viven en la zona litoral y de los aportes de origen terrestre, mezclándose frecuentemente con los sedimentos.

Diversos seres marinos del reino animal se aprovechan de estos detritos orgánicos para su alimentación, por ejemplo los protozoarios, rotíferos, anélidos, algunos moluscos y equinodermos, recibiendo todos el nombre de saprófagos; también presentan este tipo de nutrición las bacterias del océano.

Estos seres saprófagos que viven generalmente en el fango del fondo son, a su vez, aprovechados como alimento por otros que tienen similar manera de alimentarse, ya que capturan cadáveres de organismos tanto vegetales como animales en donde la sustancia también está ya en avanzado grado de desintegración, y a 1os que se llama necrófagos, como por ejemplo algunos moluscos, artrópodos y peces. Esta alimentación necrófaga puede ser parcial, ya que existen organismos que además de los cadáveres aprovechan presas vivas cuando éstas se encuentran a su alcance.

Las bacterias saprófítas van a obtener el carbono que necesitan para la elaboración de sus sustancias orgánicas a partir de la descomposición de la materia orgánica, en lugar de obtenerlo usando el bióxido de carbono disuelto en el agua del mar. En este caso, las bacterias no utilizan la luz del Sol para realizar la síntesis ya que su proceso se basa en reacciones químicas, llamándosele quimiosíntesis. Estas bacterias, al oxidar los nitritos y transformarlos en nitratos, obtienen la energía suficiente para formar ATP o adenosin trifosfato que representa energía, para emplearla en sus demás funciones.

Las bacterias marinas, según la reacción química que llevan a cabo pueden ser ferrosas, al oxidar el ion fierro; nitrificantes, cuando transforman los compuestos proteicos nitrificados hasta nitratos, que son solubles en agua; sulfurosas, cuando oxidan sustancias a base de azufre, y, por último, las que oxidan el hidrógeno molecular.

En los fondos marinos se encuentra la mayor diversidad de bacterias, habiéndose contado varios cientos de millones de estos organismos por gramo de sedimento húmedo. El tipo de bacterias cambia según las épocas del año; se observa que en los mares templados cuando la temperatura es baja, abundan las bacterias sulfurosas y que al aumentar la temperatura se incrementa el número de bacterias nitrificantes.

El tipo de sedimento también influye en la densidad de las bacterias, siendo muy abundantes en los fondos formados por fango y arcilla y encontrándose en número menor en las arenas gruesas litorales; esto se debe al diferente contenido de materia orgánica en descomposición que las bacterias pueden utilizar para alimentarse.

La acción de las bacterias en el mar es muy importante, ya que intervienen en la producción del humus marino, compuesto por sales minerales que después son utilizadas por los vegetales para elaborar la materia orgánica misma que se va a aprovechar en las cadenas de alimentación.

Al desintegrar la sustancia orgánica, las bacterias participan en la formación de minerales como los nódulos de óxido de manganeso que se encuentran en los fondos oceánicos y en la precipitación de las calizas.

También las bacterias son importantes porque representan el alimento de muchos invertebrados, e incluso son capaces de incubarse en el tacto digestivo de algunos de ellos como en el caso de los ostiones, los erizos de mar y las holoturias, que las utilizan como una especie de reserva alimenticia con la cual compensan la falta de alimento que se puede presentar en las diversas estaciones del año.

Los protozoarios, animales unicelulares, van a tomar las sustancias orgánicas en descomposición de muy diferente forma. Los que se mueven por medio de prolongaciones de su cuerpo llamadas seudópodos, como los foraminíferos y radiolarios, usan estos falsos pies para capturar sus sustancias nutritivas, engulléndolas.

Los que se mueven por largos filamentos llamados flagelos, algunos de los cuales tienen este filamento rodeado por un collar como los coanoflagelados, capturan su alimento produciendo corrientes que arrastran a la sustancia orgánica en descomposición al interior del collar y penetra a través de su membrana.

Otros, los ciliados, se mueven por la acción de infinidad de pequeños filamentos con apariencia de pestañas llamados cilios y presentan un pequeño orificio, el citostoma que hace las veces de una boca que se continúa por un tubo, la citofaringe que lleva una membrana ondulante con la que se ayuda para la ingestión del alimento.

Cuando los protozoarios capturan las sustancias orgánicas en descomposición que representan su alimento, las colocan en las cavidades de su cuerpo unicelular que cargan con fermentos digestivos, denominados vacuolas digestivas, en donde la sustancia energética es utilizada para las demás funciones del organismo. Una vez que termina la digestión, las vacuolas realizan movimientos de contracción, por lo que son llamadas vacuolas contráctiles o pulsátiles, y expulsan las sustancias de desecho al exterior como lo hacen algunos ciliados que viven en el intestino de erizos de mar, alimentándose de sustancias orgánicas en descomposición.

Los rotíferos, animales pluricelulares microscópicos, se caracterizan por poseer un aparato ciliar típico llamado aparato rotador, que se encuentra en la parte anterior de su cuerpo y que recibe este nombre porque parece una rueda en movimiento. Estos organismos se nutren a expensas de toda clase de partículas orgánicas en descomposición y de microorganismos 0que se localizan en el medio donde viven, los cuales son arrastrados hasta su boca por los movimientos de su corona ciliar, pasan a una faringe corta y ciliada llamada mástax, en donde son triturados por unas piezas quitinosas y fuertes músculos de la pared, de ahí van al estómago para ser digeridos y posteriormente asimilados; los desechos salen por el ano.

Los otros invertebrados que presentan alimentación de tipo saprófaga, viven formando parte de los seres bentónicos y la consecución de su alimento es uno de los fenómenos más importantes de su vida. Sus aptitudes para conseguir esta sustancia orgánica en descomposición intervienen sobre su distribución y sobre la densidad más o menos mayor de sus poblaciones.

Los organismos bentónicos saprófagos pueden alimentarse de partículas de pequeñas dimensiones, por lo que se les llama micrófagos, o bien consumir algunas más voluminosas, de acuerdo con su tamaño los macrófagos. La naturaleza de esta nutrición es variable principalmente son partículas orgánicas en descomposición, aunque no se haya podido demostrar con certeza si estas materias se utilizan directamente, o si los animales se alimentan en realidad de las bacterias que viven a expensas de los restos orgánicos diversos.

Las partículas microscópicas recogidas por los animales bentónicos pueden encontrarse en suspensión en el agua, y entonces los animales que las consumen se llaman suspensívoros, o pueden localizarse en la película superficial del sedimento o incluso en sus capas más profundas llamándose limnívoros o comedores de limo sus consumidores.


Figura 8. Ciliados que viven en el intestino del erizo de Mar.

Los comedores de materias en suspensión pueden limitarse a ingerir las partículas desplazadas por los movimientos del agua y que capturan a su paso mediante un dispositivo especial. Un buen ejemplo de ellos son los crustáceos anomuros del género Emerita, muy difundidos en numerosas playas de arena de la zona intertropical y que, gracias a sus antenas plumosas recogen partículas de todas clases acarreadas por las olas de la rompiente para después pasar las antenas por su boca y así recuperar las partículas que han quedado adheridas en sus cerdas.

Algunos moluscos gasterópodos fijos, como ciertas ostras segregan una capa de mucosidad adhesiva que flota en el agua y a la que se pega todo lo que se pone en contacto con ella; acto seguido; la ostra no tiene más que engullir esta capa con todas las sustancias que contiene.

Cuando los movimientos del agua no son suficientes para asegurar una conveniente renovación de las partículas en suspensión que se ponen en contacto con el órgano colector, el animal lo remedia creando su propia corriente de agua. Así es como proceden las esponjas, cuyas células especiales llamadas coanocitos por tener su flagelo rodeado por un collar aseguran en el interior de su cuerpo una circulación de agua de la que recogen sus partículas utilizables. Algunas esponjas son recorridas por cientos de litros de agua al día.

Otro caso es el de unos pequeños invertebrados llamados briozoarios que tienen una prolongación llamada lofóforo, y el de algunos gusanos anillados los poliquetos sedentarios serpúlidos y sabélidos, que forman un penacho tentacular, órganos que les sirven para capturar las partículas en suspensión. Estas estructuras, los lofóforos y el penacho, están alrededor de la boca y producen una sustancia mucosa que favorece la adherencia de las partículas; además llevan cilios con los que provocan corrientes que conducen el agua hacia la boca concentrándose así las partículas en suspensión. En este caso la captura de alimento es muy eficiente por la gran superficie de recolección que presentan estos órganos.

La recolección entre los sabélidos y los serpúlidos es baja si se compara con la de los moluscos pelecípodos, como los mejillones y los ostiones o las ascidias, en los que el volumen de agua que recorre su cuerpo suele alcanzar de 50 a 100 veces el volumen del individuo, por hora, lo que asegura que el animal obtenga la sustancia con que se alimenta.

Entre los suspensívoros de un tipo algo especial se encuentran los crustáceos cirrípedos del tipo del género Balanus que recolectan su alimento por los movimientos regulares de sus pares de apéndices provistos de cerdas que se despliegan al exterior de su concha y cuando se contraen ya vienen con gran cantidad de alimento fijo; estos mismos apéndices le ayudan a la respiración.

Los equinodermos del grupo de los holoturoideos, que se alimentan de sustancia orgánica en descomposición depositada y mezclada con los sedimentos, viven enterrados en el fondo e ingieren grandes cantidades de fango del que aprovechan los detritos orgánicos correspondientes. Estas holoturias pueden hacer pasar a través de su tubo digestivo de 500 a 1000 toneladas de fango por año y la captura de alimento intercalado en el fango se produce por la acción de series de cirros vibrátiles distribuidos a lo largo de surcos especiales que lo conducen a través del tubo digestivo.


Figura 9. Holoturia, equinodermo que filtra el fango para su alimentación .

 

Los ofiúridos son un grupo de equinodermos con alimentación diversa, en ellos, sus brazos ramificados forman un conjunto de canales y la circulación de las partículas por los brazos y sus ramificaciones en dirección a la boca está asegurada por corrientes ciliares que de esta forma las hacen entrar al aparato digestivo.

Otros detritívoros se alimentan de las sustancias que se encuentran en la película superficial que recubre los sedimentos, formada por detritos orgánicos de origen vegetal y animal; esta película posee también una microflora y una microfauna a veces muy ricas. Su recolección se realiza de diferentes maneras, por ejemplo, un simple rastrillado del sedimento en los crustáceos del grupo de los anfípodos o "pulgas de mar" que sacan del hoyo donde viven la parte anterior del cuerpo y utilizando sus antenas barren el contorno del orificio.

El sistema de captura que aplican los poliquetos arenícolas, muy conocidos por los pescadores que los emplean como cebo, es muy especializado. Estos gusanos arenícolas viven en un tubo en forma de U, mueven su cuerpo produciendo corrientes para que el agua con detritos circule por el interior del tubo, y así el animal ingiera su alimento.

Este tipo de alimentación saprófaga es considerada parcialmente como necrófaga; sin embargo, en el sentido estricto no lo es ya que la sustancia orgánica se encuentra en un proceso de desintegración y puede ser producto de la excreción y de la defecación de otros organismos.

Los animales realmente necrófagos son los que capturan cadáveres, ya sea enteros o en partes como muchos crustáceos del tipo de los cangrejos Carcinus.

Otros animales esencialmente comedores de cadáveres son los moluscos Naside que recubren con su piel los cadáveres de animales grandes, extrayendo de ellos las sustancias nutritivas merced a su trompa, por lo general muy larga. Otros moluscos tropicales, como los Conus, muy buscados por la belleza de su concha comen cadáveres de otros invertebrados, generalmente gusanos de diversos grupos.

Los pobladores de las profundidades oceánicas, camarones y peces, pertenecen a especies diferentes a las que se encuentran en la superficie o a media agua, por lo que su comportamiento es distinto; ya que casi todos los ejemplares de aguas profundas parecen adaptados a una vida carnívora; se devoran los unos a los otros y devoran también los cuerpos muertos o partes de éstos que les caen desde arriba. La escasez de alimento se ve salvada por estas asombrosas adaptaciones que les permiten acomodarse a cualquier alimento disponible.

Algunos de estos organismos del fondo tienen mandíbulas grandes y estómagos dilatables que les permiten engullir un animal aunque sea casi tan grande como ellos. En realidad se sabe poco de los hábitos de vida de estas criaturas del mar profundo, pero se ha comprobado que la mayoría atrapa, por lo general, una cantidad de organismos muertos.

Las partículas de materia orgánica muerta del mar profundo son una de las fuentes de alimento de los organismos que se encuentran en él, porque su cantidad es grande; pero su concentración por unidad de volumen de agua del mar es pequeña y la calidad pobre, por lo que generalmente dependen más bien de organismos que están cayendo constantemente de la superficie. Algunos oceanógrafos suponen que esas partículas son completamente inservibles como alimento; sin embargo, las pruebas de laboratorio con enzimas digestivas indican que por lo menos el 20% puede ser utilizable.

La trama de alimentación del mar profundo es tan complicada como la del estrato superficial, y mucho más difícil de estudiar. La necesidad de alimento y el comportamiento de los organismos de profundidad son aún relativamente desconocidos por no contarse con métodos simples para observar a esos seres en su ambiente natural, ni para crearles el medio artificial que sea lo más parecido a su mundo, de modo que fuera una experiencia significativa; seguramente existen complicadas relaciones recíprocas entre los organismos y la materia orgánica muerta, pero su conocimiento apenas se está iniciando.

InicioAnteriorPrevioSiguiente